CIUDADANO KALLE

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martes, 5 de marzo de 2013

MURIÓ EL HOMBRE, NACIÓ EL MITO HUGO CHÁVEZ

No por esperada la noticia, dejo de sorprender al mundo: la muerte del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez. El hombre que había vencido todas las batallas políticas en los últimos catorce años, no pudo vencer una enfermedad traicionera que fue minando su fortaleza física.
No siempre estuve de acuerdo con el Presidente Chávez, pero nunca me consideré un antichavista, sino un observador crítico de su gobierno, al frente de un país que conozco y en el que pase gran parte de mi infancia y mi adolescencia, siendo el hijo de emigrantes españoles que han sabido amar a Venezuela. 
Si algo debo reconocer en estos momentos de manifestaciones de dolor de la población venezolana, es que Hugo Chávez no fue un hombre cualquiera, y mucho menos el "dictadorzuelo" que se encargo de pintar los Estados Unidos y la oposición oligarca venezolana. Chávez, como rezaba uno de sus "slogan", era realmente PUEBLO. Un pueblo venezolano que ha recorrido una larga ya historia en busca de su dignidad, y un futuro que no estuviera reducido a los sueños de los habitantes de las lujosas urbanizaciones de Caracas, Maracaibo o Valencia; sueños que han terminado por llevar  a muchos de ellos, a vivir en su amada Miami, o en el "nuevo paraíso" bogotano, siguiendo las sendas del uribismo.
Chávez conocía al venezolano, pues él era del pueblo. Siempre alegre, con una ironía popular que a cualquier europeo o norteamericano solía dejar desconcertado. Lleno de chascarrillos y dichos populares. Y con una capacidad para la oratoria y la exaltación, fuera de serie. Prácticas, por otra parte todas ellas, muy extendidas en toda Latinoamerica, y acentuadas en las regiones del Caribe. 
Chávez entendía que los problemas de los venezolanos iban mucho más allá de ofrecer vivienda, comida, pensiones, escolaridad, salud. Eran problemas de larga data, teñidos de indignidad, desprecio -incluso racismo-. Problemas que pasaban por devolver a los venezolanos la esperanza, la creencia en ellos como ciudadanos del mundo, y convertirlos en habitantes de un país y un continente que pudiesen levantar la cabeza y no dejarse nunca callar, ni por reyes decrépitos, ni por el "Imperio" que por siglos había considerado a los latinoamericanos, los viajeros de un vagón de tercera en el tren de la historia. Chávez le devolvió al pueblo venezolano la dignidad. Como antes lo hicieron otros lideres del continente como Allende, Sandino, Fidel o el Che.. Porque en América Latina, desde hace tiempo, lo que esta en juego, más allá de la justicia social y económica, que lo está, es la dignidad.
Es más que  posible que Chávez, conociendo a los venezolanos, terminará en "San Hugo", ocupando un lugar en ese altar popular, al lado del nunca reconocido por el Vaticano, José Gregorio Hernández, el médico de los pobres. O la no menos "santa", María Lionza; esa diosa mestiza que a falta de Virgen de Guadalupe, bendice el lento trasiego de los conductores venezolanos por la autopista central de Caracas, montada en una danta.
No todo lo que hizo Chávez se puede hoy desconocer, pero tampoco se puede ponderar hasta convertirlo en el mito inminente que se avecina. Un mito de una historia latinoamericana plagada de ellos, y que los europeos, que sólo conocen de América las playas de Cancun, jamas entenderán. Una mitomanía histórica que ha sido en gran parte un lastre para los propios países. 
El chavismo ha sido una realidad que perdura y perdurará, si lo dejan, más allá de la muerte de su líder  El chavismo tiene sus luces y, por de contado, sus sombras. Quizás la que yo mas destacaría, es precisamente el propio juego con los mitos que no le han dejado crecer como una realidad realmente trasformadora. Convertir a Bolívar en el prohombre del mundo de hoy.  En la bandera del socialismo del siglo XXI, ha sido un anacronismo histórico y una lectura mítica del personaje y de sus hechos. Bolívar nutrió a la antigua república oligarca de AD y COPEY, y siguió nutriendo a los chavistas: las mismas palabras, los mismos cultos; y ello no dejó crecer al verdadero socialismo de este siglo.
Otro gran fallo del chavismo, y este quizás más grave, fue el culto a la personalidad del líder  Personalidad endiosada y en la que suele caer gran parte de la izquierda y en particular la izquierda latinoamericana, mientras muchos revolucionarios de última hora, se emborracharon de poder y de corrupción. 
Chávez ha dejado huérfano al pueblo venezolano, sin dirigentes de recambio, a pesar de que Maduro, por el impulso de Chávez, incluso muerto, de seguro ganará las próximas elecciones, sí no hay enfrentamientos internos, y sí la derecha no se busca un "gorila" con el apoyo de los gringos. Pero Maduro, sino madura, y deja de ser el alter ego de Chávez, y saca a relucir de lo que esta hecho, impulsando realmente una profundización en la revolución que vaya más allá del tiente populista, perderá el apoyo popular. Porque el no es Chávez, y para los venezolanos sólo hay y habrá un Chávez; como también hubo un Bolívar.
Venezuela, la patria de Bolívar y Chávez, así se escribirá a partir de ahora, se enfrenta al gran reto histórico del mañana, una vez los actos por el sepelio -que será el sepelio de todo un continente- hayan concluido. 
El pueblo venezolano, el pueblo de mi infancia y adolescencia, de mis hermanos y sobrinos, la patria de adopción de mis padres, deberá tomar de nuevo su destino. El comandante ya no estará ni para hablarles, ni para cantarles, ni para reírse con ellos. Pero su herencia de dignidad, les seguirá por siempre.