CIUDADANO KALLE

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domingo, 20 de mayo de 2012

LA MELANCOLÍA

Cuando el presente es injusto, ha roto con las expectativas que tu como sujeto y como ciudadano habías cifrado obtener; cuando sientes el sabor amargo del oxido del presente en tu boca y te preguntas "pero que he hecho yo mal" para merecerme esto, y ves como otros se apoderan de tu presente negándote el futuro, entonces la melancolía hace su aparición.

La melancolía es un mal muy antiguo. Una enfermedad del tiempo que afecta a los humanos en situaciones de presentes inciertos, y que se extiende entre las sociedades como una plaga. El final de la enfermedad suele ser la gran depresión individual y colectiva, que irremediablemente lleva al suicidio o ha salidas fascista en busca de destinos ciertos: en Italia y Grecia estos meses ha aumenta el número de ellos. En el resto de los países de la Eurozona estamos a punto de que se desate una epidemia de melancolía. 

Un artista alemán, Alberto Durero, no sólo dibujo y grabo rinocerontes fantásticos, vestidos con una robusta armadura que se hicieron muy populares a uno y otro lado del Atlántico (en la pequeña ciudad de Tunja, en pleno altiplano andino colombiano, hay dos casas de del siglo XVI que en sus techos dieron cuenta del rinoceronte de Durero) durante los siglos XVI y XVII, sino que también se sintió atraído por el "Ángel de la Melancolía". Hoy, ese grabado en el que se ve un ángel ausente y melancólico rodeado de objetos y recuerdos de un pasado mejor, podría ser el símbolo de la Europa del Euro; al parece la única Europa posible de existir, según el abc de la vida que se a impuesto en este anciano continente. 

Pero para ello, sólo bastaría que modificásemos algunas cosas de la representación de Durero.Por ejemplo, podríamos introducir algún objeto que simbolice una Sanidad Universal, sin dobles pagos, ni jubilados a quienes se les roba el 15 % de su escasa pensión para cubrir recetas de medicinas que necesita para seguir viviendo. O introducir otro objeto que nos remita a pensar en el sueño de la educación pública de calidad, sin recortes, ni desmontada, paso a paso, por un ministro de apellido raro que me recuerda a los alemanes.Y así, podríamos seguir ubicando en el famoso grabado de Durero, todas aquellas cosas, todos aquellos sueños y realidades que el desmonte del Estado del Bienestar esta suponiendo por parte de un gobierno que, curiosamente, también persigue su sueño melancólico de volvernos a llevar a jornadas de 18 horas, sin vacaciones, sin primas de navidad ni de verano, sin asistencia social y sanitaria a no ser la que se pudiese pagar cada uno, sin guarderías para nuestros hijos, sin educación gratuita. Es decir, sueña con el  paraíso neoliberal en estado puro.

Grecia esta a punto de abandonar el titanic del euro, por lo menos eso dicen los gurus económicos. Grecia no quiere seguir viviendo en la melancolía que le ofrece este neoliberalismo con cara de Merkel. Grecia que sólo es una poquita cosa para los mercaderes europeos, pero un buque insignia de la propia Europa -he ahí la gran contradicción- no quiere seguir viviendo del pasado, sino quiere que el presente recupere la alegría de ser del sur, pobres, pero no machacados por una tiranía alemana que sólo mira a Europa como un botín. Alemania, a falta de colonias ultramarinas, la de ahora y la de antes, siempre creyó que el resto de Europa podría convertirse en su territorio colonial. Esa vocación imperial ya empezó con otro medio germánico medio castellano: Carlos V; él también se dedico a convertir a Europa en parte de su sacro imperio.

 Melancolía es el nombre de una gran película de Lars von Trier que no tiene final feliz. Yo sueño que nuestro final como ciudadanos españoles sea mejor que nuestro presente melancólico como ciudadanos europeos. Pero para eso también soy consciente de la necesidad de luchar, de no quedarnos parados esperando el choque apocalíptico de la luna melancolía. En este caso, Alemania y su política de un presente doloroso y un futuro negro, son el enemigo a vencer. Los otros santones neoliberales, como nuestro propio gobierno, se caerán como fichas de domino.