CIUDADANO KALLE

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jueves, 5 de agosto de 2010

SE VA URIBE, LLEGA SANTOS

A menos de 48 horas de que el Presidente Uribe le ceda el testigo de la jefatura del Estado colombiano al elegido Juan Manuel Santos, los medios de comunicación de Colombia se preguntan si Santos será el continuador de Uribe. Si Santos seguirá haciendo uribismo; o, por el contrario, iniciará la era del santismo. Ambos pertenecen al mismo partido, el de la U. Partido hecho a la medida, la estatura política y la personalidad del Presidente que se va de la Casa de Nariño el día 7 de agosto. Pero no es menos cierto -y en Colombia para nadie es un secreto- que Santos, procedente de una familia de históricos miembros de la rancia oligarquía nacional, no era el candidato que hubiese querido el antioqueño Presidente Uribe para sucederle: el antiguo ministro de agricultura, conocido en el país como Uribito por su parecido físico y en maneras con el Presidente, era, sin duda, su favorito. No obstante, el status cuo, los poderes facticos de la política colombiana y las señales de humo lanzadas desde Estados Unidos, hicieron que Santos fuese el "hombre seguro" y "necesario" para afrontar la segunda fase del uribismo.
Pero Santos, quien en campaña electoral y en los primeros momentos de su triunfo, no se aparto de la herencia que recibía, ha ido poco a poco marcando distancia, destacando su "propia" línea, su propio estilo de entender esta fase de empalmes entre una administración "pura sangre uribista" y la nueva administración de "hijos del uribismo". Y ello sin plantear ruptura, pero con una nueva lectura del país que hereda. Y no es sólo que Santos entienda que el TLC con los Estados Unidos fue la gran piedra en el zapato del "proyecto uribe": su sueño incumplido, a pesar de que el esfuerzo fue inmenso para congraciarse con el "amigo del norte"; sino porque Santos recibe un país que lejos de ser el de "Alicia", es hoy uno de los países a la cola de todos los indicadores sociales y económicos frente a las sociedades de su entorno. Y señalo ésto porque los medios colombianos de comunicación llevan resaltando, ya hace semanas, que el "país de maravilla" de Uribe, se empieza a desinflar. Y eso muy a su pesar, porque si con alguien a contado en estos 8 años el Presidente Uribe como aliados incondicionales ha sido con los medios de prensa, radio y televisión. Unos medios de comunicación que se plegaron como nunca con un mandatario colombiano, sirviendole de voceros mediáticos de sus gran gesta nacional. Que gastaron ingentes horas de radio, de televisión, de papel y tinta en resaltar sus sonados golpes a la guerrilla más vieja de América; de brindar por sus logros económicos de apertura a los inversores extranjeros; de no dejar de aplaudir su política de pacificación y reinserción a pesar de que los desaparecidos seguían desaparecidos (incluso aumentaban) y los "falsos positivos" salían por miles -y hay están las cifras dadas por las organizaciones no gubernamentales para testificarlo- y los desplazados por la violencia continuaban con su viaje de miseria hacia ninguna parte. Santos ha ido cayendo en la cuenta -y eso que el ha sido participe activo de la política de pacificación del Presidente Uribe- de que el país que hereda no es la bicoca andina a son de aires costeños que su predecesor sigue predicando a 48 horas de entregar el poder, en un discurso radiado y televisado, en el que dio cuenta de su logros como gobernante. En esa Silva, al modo de Andrés Bello, Uribe hizo un recorrido poético de las grandezas de la tierra colombiana, convirtiendose en su cantor de gesta.
Santos recibe- recibirá el sábado- un país en el que la pobreza llega ya a 22 millones de colombianos, 7 millones de los cuales viven en la absoluta miseria, que no puede paliar una política de asistencia sanitaria y de ayudas sociales totalmente insuficiente. Un país con el indice de desempleo más grande latinoamerica: el 11 por ciento (lo encontró en el 14 por ciento). Y con un índice de trabajo en precario (trabajo informal) de casi el 60 por ciento. Una Colombia en el que los beneficios de los bancos privados -la gran cantidad en manos de los españoles- fue del 700 por ciento de beneficio. Con una subida de los intereses por bolsa espectacular; pero, en contraste, con una subida del sueldo base de tan sólo del 6 por ciento en 8 años: el sueldo base del colombiano no llega a los 300 euros.
El país que hereda Santos es el país de los 3000 "falsos positivos" producto colateral de una política de "Seguridad Democrática" que el mismo ayudo a impulsar. Con un índice de desaparecidos de más de 7000; con una delincuencia en aumento en las grandes ciudades del país; y con un incontable numero de desplazados internos que lo han perdido todo. El país de colombianos en el exilio y en la emigración forzada. Emigración, por cierto, de la que el gobierno no da cifras, ni visibiliza de ninguna manera. Y de la que los medios de comunicación colombianos no hablan o ignoran; y que durante estos 8 años se ha convertido en el sustento de miles de familias colombianas, de poblaciones enteras de departamentos como Pereira, Tolima o Cauca, que han visto como las remesas enviadas desde Estados Unidos y Europa (incluida España) han llegado en convertirse en casi la segunda entrada económica después de las riquezas obtenidas por la minería y los productos derivadios del petróleo.
El país de Uribe, lejos de ser el país de "Alicia", es el país del "realismo a cara de perro". Es el país que se ha dedicado a firmar TLC con todo el mundo en busca de la salvadora inversión extranjera; aunque el auténtico TLC, la joya de la Corona, sea el hueso duro que tendrá que roer el Presidente Santos durante los próximos cuatro años; haciendo gala de su poderes de convencimiento ante unos senadores demócratas norteamericanos que no han querido aflojar, y ello a pesar de las siete base norteamericanas existentes en Colombia.
La guinda del pastel de despedida que el Presidente Uribe le ha dejado al nuevo Presidente, a pocas semanas de su retirada, ha sido el conflicto con Venezuela y la consecuente ruptura de relaciones. No era que no se viera venir (el clima era ya insostenible), sino que Uribe acelero el proceso de esta "patata caliente". En eso también Santos ha decidido hacer un continuismo a su estilo, bajando el tono del enfrentamiento y lanzando guiños a sus "primos venezolanos" de que con él las cosas serán distintas. Veremos si el Presidente Santos es capaz de girar en sus relaciones con su mayor socio comercial después de los Estados Unidos, o prefiere atrincherarse en el referente bipolar uribista: quien esta conmigo es amigo, quien me critica es el terrorista.
Uribe se va y llega Santos. Se van 8 años del que es considerado en Colombia, el "mejor gobierno de la era contemporánea". Sólo una cuestión sigue intrigando a los medios y la opinión pública de Colombia: será realmente cierto que Uribe se va; o, por el contrario, se convertirá Uribe en el "gran hermano" del nuevo presidente. La rueda de la historia sigue su curso; y la historia los juzgará