El "clonado" Ministro de Industria; José María Soria -el parecido con el ex-presidente Aznar es extraordinario, aunque éste un poco más alto, es verdad- ha declarado que hay que veranear en España, porque en "esos lugares recónditos" hay de todo menos bueno; es decir: "¡ESPAÑA Y OLÉ!. Sus atinadas y soberbias palabras nos recuerdan otras "viejas palabras" del ya fallecido Manuel Fraga, cuando siendo también ministro de asuntos turísticos, nos indicaba que nada bueno fuera de España podría encontrar un español de pro. Aquí, en aquella España cañí, de chupa y tira, de toros, sol y suecas, se encontraba todo lo deseado y añorado. En esa ocasión Fraga no se prodigaba en lo de los mosquitos, ni el calor, porque en eso en España estamos sobrados (ahora ya tenemos especies de mosquitos y zancudos importadas), y el calor era precisamente lo que esa España de pandereta, seiscientos y tortilla de patata sobre manta, exportaba a el resto del mundo. Mientras, en aquella España, no tan lejana, miles de emigrantes españoles visitaban por obligación la bancaria Suiza, la tetona Alemania, y la liberal Inglaterra, acogiéndose a cualquier trabajito como emigrante o temporero (incluimos las vendimias en Francia) que la buena entonces Europa, nos ofrecía como carne de camarero, limpia baños, empleado de aeropuerto de baja consideración o cualquier otro oficio que, nosotros los españolitos, siempre estábamos presto a desempeñar. Luego venía aquello de "vente p'a España tío" que era una especie de reclamo al que había hecho unos duritos allá de nuestras fronteras imperiales de "una grande y libre", para que se los terminasen gastando en el bar de su pueblo, con la moza que había dejado mientras iba y que "hacerse las europas", porque ya antes nos habíamos "hecho las americas".
En fin, que en los tiempos de Fraga y el Dictador del bigotito -por cierto Soria se lo ha quitado, quizás huyendo del clon o del otro bigotitos regordete y gallego- estaba pasando algo parecido a lo que empieza a pasar nuevamente ahora en España: veranee en España, emigre al extranjero. Aquí déjese usted los cuartos, y mientras búsquese la vida en donde sea, que en ese sentido del trabajo no hay nada raro, al contrario es muy bueno que la juventud viaje, conozca mundos y retretes ajenos, haga hamburguesas en la Plaza Picadily, o limpie oficinas en Berlín. Nuestra mejor y mas preparada generación debe saber lo que es bueno, abrir sus expectativas; pero eso si, en cuanto tenga unos duritos o euritos, ¡p'a España tio! que como aquí no se vive en ninguna parte. Este país se parece, cada vez más, al país del generalísimo.
