CIUDADANO KALLE

Visitas

martes, 25 de septiembre de 2012

EL 25-S: "EA, EA, EA, ESPAÑA SE CABREA"

El cabreo es algo tan español como la tortilla de patata. El español es un cabreado histórico. Mirándolo bien, motivos no le han faltado. Pero lo cierto es que el cabreo no es una cuestión de derechas o de izquierdas. Lo que si es de derechas o de izquierdas son los motivos por los que nos cabreamos; por quien se cabrea. Así, puede ocurrir, como ha ocurrido esta tarde en la llamada "toma del Congreso", que se vean personas y pancartas de todo tipo. Algunas con lemas netamente de derechas, de esos que creen que los políticos son los culpables de todo, al igual que lo creía Franco (otro cabreado congénito) y así nos lucio el pelo durante cuarenta años; hasta las pancartas que incitaban a la lucha proletaria. 
La protesta, una de tantas de las que día a día se suceden en cualquier ciudad, pequeña o grande, de España, desde que el gobierno de Mariano Rajoy se sentó en el poder, tenía como motivo principal -al menos esa era la intención de los organizadores- manifestarles a los políticos y al gobierno, su no representatividad. Solicitándoles la disolución de las Cortes y la creación de una Constituyente que diese paso a una nueva Constitución. 
Resulta interesante la petición, si tenemos en cuenta  que en la opinión publica española hemos pasado del "no se toca" -me refiero a la Constitución actual- al "hay que cargársela porque no sirve". A los catalanes independentistas esta Constitución tampoco les sirve, y por eso quieren irse de España. A Julio Anguita la Constitución le parece bien, lo que pasa es que no se cumple y por ello no aboga por quitársela de encima sino de darnos "más Constitución". A los del PP la Constitución les parece como el brazo incorrupto de Sor Teresa, y no quieren que se toque ni un pelo, porque ahora se han convertido en los paladines del régimen autonómico, cuando hace unos días tan sólo, aún reinado la Espe, se pedía acabar con el modelo autonómico y volver al centralismo franquista.
A mí, la Constitución no me gusta, incluso me abstuve en su momento y no la vote: venía demasiado impregnada del heredero de la dictadura y "no molaba".Creo que el problema autonómico se ha estancado y que la salida hubiera sido un Estado Federal; aunque ahora pienso si no será también tarde para ello. 
En España hay un cabrero de ordago a la grande. Un cabrero de esos que hacen época y que es posible,  que como no se atienda y se mire para otro lado, termine llevándose muchas cosas por delante. Porque el cabrero social desatendido suele convertirse en ira y revanchismo. La ira suele ser una salida frecuente y relacionada con el poder acomodado que te mira por encima del hombro, mientras dice abiertamente en el Parlamento: "que se jodan". La ira mueve montañas. Pueblos dormidos como el español después de 30 años de anestésica transición. Pues el cuento de la transición se ha terminado. Uno de sus tres mas importantes protagonistas, Santiago Carrillo nos dejo el otro día como haciendo "mutis por el foro" ante lo que se nos puede avecinar; el segundo protagonista, que cumple años hoy, desgraciadamente para él y su familia, vive retiro obligatorio; y el tercero, y mas importante, el Rey, sigue al frente de un Estado que empieza a dar síntomas mas que preocupantes de agotamiento.
Decía también que el cabreo desatendido conducía al revanchismo. A la masa enloquecida que busca ajuste de cuentas  a cualquier precio y cobra deudas y rencillas viejas, y nuevas, da igual. Ese revanchismo, del que los españoles también sabemos mucho, es el mayor caldo de cultivo de los fascismos.De las quimeras que tanto preocupa a su Majestad en estos días. Bien hacíamos, por tanto, en atender el cabreo de España, cada uno el que le toque, que hay para todos. Pero siendo justos, el mayor cabreo, por lo menos el mio y el de muchos, es que este gobierno no puede seguir poniendo en la espalda de la clase trabajadora española mas sacos de piedras. No puede convertirnos en los chivos espiratorios del capitalismo bancario que ha asolado este país, y lo sigue asolando. Atender el cabreo es algo prioritario: ¡ojo al parche su Majestad! Que en esta España nada es vitalicio.