CIUDADANO KALLE

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lunes, 7 de junio de 2010

LA III REPÚBLICA ESPAÑOLA

En Arriondas, un pequeño pueblo de la Asturias oriental, paisaje de mi niñez y mocedad, el grupo político de IU (Izquierda Unida) que gobierna conjuntamente con el PSOE (Partido Socialista Obrero Español) los destinos de su Ayuntamiento, ha presentado en estos días una moción al pleno municipal para que el Concejo de Parres, cuya capital es Arriondas, promueva una iniciativa a favor de la III República Española. La moción fue rechazada por el PSOE con el apoyo del PP (Partido Popular) que esta en la oposición. Como era de esperar, IU ha puesto el grito en cielo por la actitud de sus socios de gobierno. Sobre todo, porque siendo el PSOE un partido de izquierdas, fundado en las ideas republicanas que persiguió la dictadura del General Franco, ha sido capaz de renunciar, una vez más, a sus señas de identidad aliándose con un partido de derechas recalcitrante como el PP. Un PP que entre sus actuaciones más recientes ha sido impulsor una cacería política contra el Juez Garzón, y su oposición directa a la Ley sobre la Memoria Histórica sobre la Guerra Civil Española, impulsada en el parlamento español precisamente por el PSOE.
Ustedes se preguntarán qué interés tiene una noticia tan local como ésta; y a quien puede importar más allá del entorno rural de Parres. Una de las ventajas de no ser periodista, reside en que uno no tiene que rendir cuentas sobre que resulta ser “noticia” o no. En estos días se habla, y se seguirá hablando, de muchas cosas de seguro más importante: el brutal ataque del Estado de Israel contra los cooperantes que trataban de romper el boicot inhumano sobre Gaza y de cómo Israel una vez más –esta vez con un presidente negro en la Casa Blanca- se sale con la suya; la preocupante situación de la economía de la UE y su débil euro que parece tener los días contados; el problema imparable del narcotráfico en México que ha llenado a ese país de un camino de cruces; el más que probable triunfo del Señor Santos en Colombia confirmando que los colombianos el fuego lo apagan con más leña; el chavismo con sus luces y sombras; incluso, del mundial de fútbol que ya está en puertas, y si Italia, la que nunca hace nada pero siempre gana, volverá hacerlo. Todas esas cuestiones están en cada página de cualquier periódico mundial, ocupando titulares y columnas de periodistas. Pero yo quiero prestarle atención a esta pequeña crónica de la España rural.
Si repasamos lo que está sucediendo en España en los últimos años, nos daremos cuenta que hay un sueño –porque todavía hay sueños que esperan ser cumplidos, aunque ya sean inevitables- que desde hace un tiempo para acá ha dejado de una anécdota nostálgica. Me estoy refiriendo a que en la España de los más de tres millones de parados, con una derecha que cierra filas sobre sus orígenes fascistas y un partido socialista que cada vez se desdibuja más en sus señas de identidad, la III República va ganando adeptos. Y lo más interesante del asunto –y ahí están las hemerotecas de pueblos, villas, ciudades, comunidades autónomas y demás para constatarlo- es que gana adeptos jóvenes. Gana juventud, y con ello rejuvenece las sienes de los viejos republicanos que aun viven. El sueño florece como margaritas tempraneras de una historia que sigue pidiendo a gritos memoria y redención. Si el juez de los inacallados fue purgado por una Audiencia marcada con el sello del Caudillo, y ello a pesar de la indignación del mundo; si ese mismo mundo ha visto como la llamada transición española se ha convertido en el bozal de hierro de la verdad, de los que osan mover las piezas de "loatado y bien atado"; si nadie comprende que el amigo de Obama, el chico risueño de León, haya guardado silencio mientras en su conciencia familiar los muertos se incomodan; si España ha dado una lección más de cómo ver la paja en el ojo ajeno mientras la casa se llena de “camisas nuevas”; si todo ello ocurre ante nuestros ojos, los de uno en la distancia del trastierro, también hay que afirmar que la esperanza renace, rejuvenece. Me dirán algunos, los menos optimistas, que eso es sólo una tormenta de verano; pero yo les digo, que hay tormentas que son inolvidables. De las que nacen nuevos cauces; y los viejos y resecos se llenan de vigor verdeciendo las vegas, floreciendo los prados y nutriendo los manantiales. En Arriondas, Parres, pueblo de gente sencilla y trabajadora que en su día vio retenido a mi abuelo en el cuartelillo de la Guardia Civil mientras Franco decidía su suerte, la III República pega pataditas fetales en la panza de la madre historia. Esta viva en cada historia familiar que todavía reclama abrir acequias y cunetas con muertos de nombre y apellido. Muertos sin reposo, ni justicia, pero con nietos llenos de esperanza. En Arriondas, los que temen al “lobo rojo”, hoy duermen un poco más intranquilos porque su conciencia de muerte, silencio y complicidad les pesa más que de costumbre. En Arriondas la del Río Sella, los miembros del PSOE parragues se habrán ido a sus casas confiados de que han hecho lo que tenían que hacer: lo políticamente correcto. Pero muchos de ellos, con retrato del abuelo asesinado en “no sabe dónde”, bajan la mirada y se ruborizan sus mejillas. Hay algo que pesa mucho más que un voto oportunista y pragmático: la memoria de los muertos y los olvidados de la historia.